Nicolás Maturana (31) vive un momento complicado. El volante se encuentra sin club desde fines del 2024, cuando finalizó su etapa en San Antonio Unido, y ahora pide una nueva oportunidad en el fútbol chileno. “Ha sido una situación difícil, nunca me había tocado estar en esta posición”, reconoce en entrevista con AS.
Maturana también trata de explicar por qué aún no encuentra equipo: “El hecho de que me tengan catalogado como un tipo muy conflictivo en el fútbol me ha cerrado muchas puertas, pero sigo con la esperanza de que puede salir algo. Estoy preparado y es la oportunidad para ser el jugador que fui en su momento”.
– ¿Por qué cree que se ha ido formando esa imagen de usted?
– Esa imagen se fue formando cuando llegué a Cobreloa. Tuve conflictos con el presidente que estaba en ese tiempo (Fernando Ramírez), pero era sólo por defender a la gente del club, que realmente valía la pena. Fue una gran equivocación, porque se me cierran muchas puertas hoy en día y me tratan como un tipo conflictivo, cosa que no soy. Soy una persona frontal y ser así en el fútbol es un poco complicado, porque a veces hay que guardar algunas cosas que no se pueden decir.
– ¿El hecho de estar sin club lo ha golpeado a nivel psicológico?
– A veces digo ‘¡ya, para qué voy a seguir jugando, me dedico a otras cosas!’. Y otras veces digo ‘no, me voy a dar otra oportunidad’. Me han llegado algunas ofertas, pero creo que haciendo otro tipo de cosas puedo solventarme mejor, en vez de estar jugando por casi nada. Me he ofrecido a algunos clubes muy barato, casi regalado, pero no han aceptado. Se supone que tienen problemas económicos, pero bueno, son decisiones de los técnicos, los presidentes, y ahí no me meto.
– ¿A qué equipos se ha ofrecido?
– Un amigo que me está moviendo me ofreció a San Marcos de Arica. Incluso, nos ofrecimos a ir a probarnos unos días, pero el técnico (Germán Cavalieri) dijo que no. Es un entrenador que conocía y que tuve en Palestino. Fui una muy buena persona con él, pero los tiempos cambian y a veces hay que respetar las decisiones. En Cobreloa igual me ofrecí por nada, prácticamente gratis, porque es el club en el que quiero estar, pero también se me cerró la puerta. Me tratan como un tipo conflictivo y sin siquiera conocerme. Nunca me han preguntado qué pasó, sólo se dejan llevar por comentarios… Es complicado.
– ¿Se siente traicionado?
– Bueno, hay una persona que ayudé mucho en la pandemia. Él llegó al club que yo quiero, donde quiero estar, y nunca me tendió una mano nuevamente. Tampoco es por sacarlo en cara, pero yo en ese momento podía ayudar, subiendo historias en Instagram sobre una pyme, pero claro, ellos llegan a un lugar y se olvidan de uno. Cuando ellos estuvieron mal, uno los ayudó. Ahora que estoy sin club, me doy cuenta cuáles son mis verdaderos amigos y qué parte de la familia es la que siempre está. Son enseñanzas de vida, para que más adelante no vuelvas a confiar en personas que después te van a fallar.
– ¿A qué persona se refería?
– No, no voy a dar el nombre, pero agarró un cargo de gerente y él sabe… Es una muy buena persona, no tengo nada que decir de él, pero creo que podría haberme echado una manito para volver al club.
– ¿Se ha puesto en el escenario de quedar sin club?
– Sí, ya tengo algo más o menos en mente, pero queda tiempo. Ahora también bajé de peso… Cuando estaba gordito, todos me querían, y ahora que estoy flaco, nadie me quiere (ríe). Es impresionante. Deportivamente me siento bien y lo demostré en los amistosos del Sifup. Si alguien me da la chance, este va a ser mi año y la voy a romper.
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