mayo 19, 2025
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Por qué el mito de la clase media argentina se desplomó: 6 de cada 10 trabajan solo para subsistir | Internacional

Un relevamiento muestra que se derrumbó la autopercepción del 91 al 47% en los últimos 20 años por la pérdida del poder adquisitivo. Además, los argentinos señalaron que ya no alcanza con estudiar y formarse culturalmente para progresar.

Durante décadas, la clase media fue mucho más que una etiqueta de un segmento económico en Argentina. Fue un mito fundacional. Un espejo colectivo donde generaciones enteras se vieron reflejadas con orgullo, aunque sus bolsillos dijeran otra cosa. Una identidad construida sobre valores como el mérito, el esfuerzo, la educación, la posibilidad de ascenso social y la convicción, casi dogmática, de que progresar era cuestión de tiempo.

Pero ese relato, narrado y transmitido en sobremesas familiares, aulas universitarias y colectivos atestados al amanecer, se encuentra hoy en crisis. Y no sólo por cuestiones propias de la economía, sino por una transformación más profunda: una clase media que ya no sabe si sigue siéndolo. O lo peor: asumir que ya no lo es.

De acuerdo a un reciente informe de la consultora Moiguer, se diluyó la percepción arraigada en Argentina de que “todos somos clase media”, asociada al rasgo identitario de “ser argentino”. En 2004, el 91% de los argentinos se autopercibía dentro de ese estrato. Veinte años después, ese número se redujo al 47%. La contracara creció de forma inversa: quienes se reconocen como clase baja pasaron del 9 al 52%. Un 1% se animó a decir que es de clase alta.

Estudio consultora Moiguer.

El estudio abarcó un universo de 1.300 casos a través de entrevistas presenciales en varias provincias, otras espontáneas en vía pública, encuestas online y grupos focales virtuales.

Basándose en los resultados cosechados, la clase media se fragmenta por tres fenómenos clave: la pérdida del imaginario colectivo, es decir, está “desdibujada”; una fractura o desacople interno que cada vez está más marcado; y la desorientación de sus parámetros tradicionales.

No se trata sólo de cuántos pesos hay en el bolsillo, sino de qué se espera de la vida, qué se consume y, lo más importante, cómo se habitará el futuro. ¿Casa propia? ¿Cambiar el auto? ¿Un viaje en avión al exterior?

Argentina, el país que dejó de verse como clase media

En el mapa social desacoplado que traza la encuesta de Moiguer, la clase baja representa hoy la mitad de la población. De ese total, un 19% (segmento D2/E) vive con ingresos promedio de 500.000 pesos argentinos por hogar, es decir, 420 dólares o $395.000 chilenos. Un 31% (D1) sobrevive con AR $980.000 ($768.000 chilenos) al mes.

Teniendo en cuenta una línea de pobreza en AR $1.060.000 ($830.000 chilenos), la clase media se achicó al 44% del total, dividida en un 26% de C3 con AR $1.300.000 mensuales o $1.018.000 chilenos, y un 18% de C2 con AR $2.750.000 o $2.154.000 chilenos. Apenas un 6% de los trasandinos integra el estrato más alto, con ingresos que pueden superar los AR $20 millones mensuales, es decir, unos $16.000.000 chilenos.

Estudio consultora Moiguer.
Estudio consultora Moiguer.

Pero, más allá de los números, lo que inquieta de la encuesta es la autopercepción.

Mientras que siete de cada 10 personas del grupo C2 todavía se consideran clase media, entre los del C3 -teóricamente parte del mismo universo en la pirámide- la mitad ya se asume como clase baja. La brecha dentro de la propia clase media ya no es una grieta -palabra repetida en la jerga argentina si las hay-, es un abismo.

Con estudiar y trabajar ya no alcanza en Argentina

La casa propia, cambiar el auto, el trabajo estable, incluso el título universitario. Durante años, estos fueron los pilares materiales y simbólicos de la pertenencia a la clase media ascendente. Pero todos tambalean.

Demostrando lo difícil que es ahorrar tras años de disparada inflacionaria, el 44% de quienes se consideran clase media no poseen un auto, y cuatro de cada 10 argentinos creen que nunca podrán comprar su casa.

Pero acaso lo más revelador sea el debilitamiento del capital cultural. El 40% de los argentinos de clase media respondió haber alcanzado un mayor nivel educativo que sus padres, pero sin experimentar un ascenso social. Peor aún, la educación dejó de ser una escalera al progreso asegurado. “Mi hijo que es doctor” ya no aplica en términos de movilidad.

El trabajo formal, por su parte, perdió el halo de estabilidad y prestigio que supo tener. Apenas el 57% de los identificados en el segmento C3 tiene empleo en relación de dependencia, contra el 71% en el C2.

En tanto, seis de cada 10 argentinos de clase media afirman que su trabajo apenas les permite subsistir y cubrir los gastos mensuales. No sólo aquellos referidos a alimentos y servicios básicos, sino al esparcimiento, la cultura y el turismo, que parece ser el ajustado en la época analizada. Apenas el 8% de la clase D2/E consideró haber viajado al exterior y un 38% leyó libros en los últimos seis meses.

Estudio consultora Moiguer.
Estudio consultora Moiguer.

El modelo aspiracional de los habitantes del país vecino también cambió. Frente al debilitamiento del trabajo como motor de progreso, cinco de cada 10 argentinos de clase media creen que un emprendimiento puede darles el ascenso que el empleo no promete.

Tal vez no haya otro país que haya idealizado tanto su clase media como Argentina. Ni otro donde el declive de ese mito duela tanto.





Fuente: Google Noticias

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