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Detalles del Proyecto 51 entre Perú y Chile y qué es el “tsunami del cobre”

De rivales en la minería de cobre, a la cooperación chileno-peruana, es la apuesta del llamado Proyecto 51 oficializado recientemente entre ambos países. / CEDIDA

El histórico antagonismo comercial entre Perú y Chile cede espacio a una cooperación sin precedentes: la apuesta conjunta en el Proyecto 51, que proyecta a ambos países como potenciales proveedores de más de la mitad del cobre mundial en los próximos quince años. Bajo esta estrategia, la región busca consolidarse como epicentro cuprífero y motor clave en la transición hacia tecnologías limpias y movilidad eléctrica.

Según reveló el ministro de Energía y Minas de Perú, Jorge Luis Montero, durante la reciente convención minera PERUMIN 37 en Arequipa, el acuerdo con Chile se presenta como una hoja de ruta para industrializar el cobre y posicionar a ambos países como socios fundamentales en industrias de vanguardia, desde automóviles eléctricos hasta la propia NASA.

ALIANZA INÉDITA

Hasta hoy, el mercado global del cobre ha sido escenario de rivalidades. Se reportó que la firma del Memorándum de Entendimiento entre Perú y Chile formaliza una colaboración estratégica nunca vista. El acuerdo se convirtió en el centro de atención de una de las convenciones mineras más influyentes de Latinoamérica.

El carácter disruptivo del Proyecto 51 parte de un objetivo concreto: elevar la participación combinada de ambos países del 40 al 51% del suministro global de cobre en 15 años. “El objetivo no es solo exportar concentrados o cátodos, sino producir y vender directamente productos de cobre con valor agregado a las empresas que fabrican automóviles, a la NASA y a las compañías de alta tecnología del mundo”, declaró Montero.

Esta meta trasciende la actividad minera convencional y coloca a la dupla sudamericana como aliado esperado de la industria tecnológica global.

EL “TSUNAMI DEL COBRE”

El término “tsunami del cobre” se instaló en los debates económicos y ambientalistas del continente ante el impacto prolongado que la demanda de este mineral tendrá para la región.

El titular de Energía y Minas expuso en el Congreso que Perú y Chile proyectan surfear esta ola expansiva del cobre por al menos tres décadas más. “Tenemos 25 o 30 años más para aprovechar este tsunami del cobre. Los países con reservas y experiencia en la minería del cobre son los que recibirán mayores beneficios”, afirmó.

Este impulso de la electromovilidad y las energías renovables otorgan al cobre un rol esencial en la economía global. El ministro sostuvo que la “demanda internacional va a favorecer a los países históricamente maduros en la explotación del cobre, como Perú y Chile, que cuentan con grandes reservas”.

Este auge, según voceros del sector, exige no solo aumentar la producción, sino modernizar la cadena industrial y sumar valor agregado a fin de integrarse en la fabricación de baterías, infraestructuras inteligentes y proyectos innovadores.

LAS METAS DEL PROYECTO

El Proyecto 51 no se limita a mayores volúmenes de extracción. La nueva estrategia binacional busca dejar atrás la exportación exclusiva de materia prima, para evolucionar hacia la transformación local y provisión directa de productos terminados.

“Queremos que nuestros minerales lleguen a los clientes finales en forma de productos de mayor valor. Es el paso que nos falta para cerrar el círculo de la cadena productiva y consolidarnos como líderes en minería moderna e innovación”, apuntó Montero en diálogo con representantes del sector.

Este giro aspira a que la región no dependa solamente de la venta de concentrados y cátodos. Entre los mercados objetivos destacan las industrias de alta tecnología, la electromovilidad e incluso la aeroespacial.

Las empresas mineras que operan en ambos territorios, muchas de ellas integradas o multinacionales, ya avanzan en protocolos para facilitar proyectos de procesamiento local y cumplimiento de estándares ambientales.

RETOS LOGÍSTICOS

La promesa de un dominio compartido del cobre ocurre en un escenario marcado por fluctuaciones en el volumen de exportaciones, tensiones geopolíticas y desafíos internos.

Se analizó que, a pesar de que las exportaciones mineras peruanas sumaron US$ 31.348 millones entre enero y julio, con un salto del 15,4% respecto al año previo, el volumen de cobre embarcado al exterior descendió 6,6%.

El crecimiento vino empujado por el repunte en los precios internacionales, alcanzando una libra valores de hasta US$ 4,49 y un promedio anual de US$ 4,30.

El caso peruano ejemplifica la paradoja del sector: la explotación de cobre subió 3,3% en el periodo, situándose en 1,5 millones de toneladas, aunque dependió casi por completo del rendimiento de una sola mina: Las Bambas.

De acuerdo con el economista Juan Carlos Odar, la actividad cuprífera peruana “está plana, o se ha estancado en los últimos dos años”. Odar explicó en entrevista citada por Gestión que “la producción de cobre que se reporta, con respecto al volumen exportado, difiere por el manejo de inventarios que realizan las empresas, pero lo que muestran las cifras del sector, es que la actividad cuprífera está plana”.

Factores como cierres temporales para mantenimiento, reducción en las leyes del mineral y la falta de inversiones en exploración han limitado el margen de crecimiento. “No están aumentando de forma importante las inversiones para explorar, incluso dentro de las mismas zonas de explotación, y que permitan incrementar los volúmenes a extraer”, recalcó Odar, añadiendo que “la inflación hoy es mayor en 20% con respecto a hace cinco años”.

INVERSIONES Y OBSTÁCULOS

Las inversiones en exploración crecieron en valor nominal a US$ 392 millones entre enero y julio, un 37,1% más que el año pasado, pero ese incremento se ve opacado por la inflación y las complejidades operativas.

Además, los conflictos sociales y las paralizaciones en yacimientos clave han impactado las previsiones. Casos como las interrupciones en la mina Pataz (oro) y en Las Bambas (cobre) han generado cautela entre los inversores.

La ausencia de nuevos proyectos emblemáticos también constituye un riesgo. Según el estudio realizado por el consultor chileno Juan Ignacio Guzmán, CEO de GEM Mining Consulting, la paralización del proyecto Tía María implicó para Perú la pérdida de 1,56 millones de toneladas de cobre en trece años, un volumen suficiente para abastecer el cableado de 18 millones de autos eléctricos y una merma estimada en US$ 12 mil millones en ingresos por exportaciones.

DIÁLOGO BINACIONAL

Durante la inauguración de la PERUMIN 37, destacaron la presencia de altos funcionarios y ejecutivos globales del sector minero.

En ese contexto, se selló el entendimiento entre Jorge Luis Montero y la ministra de Minería de Chile, Aurora Williams, quienes refrendaron la hoja de ruta conjunta y anunciaron mesas de trabajo permanente para coordinar inversiones, tecnología y transformación metalúrgica.





Fuente: Diario el día

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